La comunicación de López Obrador
Columna de Rubén Aguilar Valenzuela/ El Economista/ 06 dic. 2011/ posteado 08 diciembre 2011.
El cambio de estrategia en la manera de comunicarse de Andrés Manuel López Obrador, el candidato de las izquierdas, es real y ha sido muy comentado. Obedece a una nueva tendencia mundial de cómo deben articularse las campañas electorales.
Los asesores internacionales, ya decíamos que México no es la excepción, recomiendan dejar atrás las campañas negras o negativas y optar por las propositivas. Son más difíciles, pero rinden mejores frutos.
El acto que da arranque a esta estrategia fue un encuentro con 400 empresarios en Monterrey pero, sobre todo, ése es el verdadero inicio, la entrevista en el noticiero estrella de Televisa, que conduce Joaquín López-Dóriga.
En los 10 minutos que duró la charla, un amplio e inusual espacio, López Obrador delineó, con su actitud y discurso, los elementos centrales de la nueva estrategia. Ahí dijo que era partidario de la reconciliación y que no era hombre de odios ni rencores.
El candidato de las izquierdas tiene un conocimiento amplio de cómo funciona la publicidad y los medios. Él siempre los ha sabido utilizar y no es accidental que hoy sea el político más conocido del país, con niveles de recordación de 97 por ciento.
En el arranque de la nueva estrategia posicionó una frase: “La república del amor”. En la entrevista, López-Dóriga le pregunta sobre el sentido de la misma y López Obrador responde que debemos ser más humanos y “tenemos que ser amorosos… diríamos fraternos”.
Lo más seguro es que a lo largo de los próximos meses y durante la campaña, López Obrador, con su gran habilidad publicitaria, seguirá articulando frases que lo sitúen en los medios y lo hagan ver como un conciliador y lejano a la figura del político rijoso y golpeador.
El candidato de las izquierdas y sus asesores conocen bien cómo Lula y Ollanta Humala pasaron de un discurso radical y polarizante a uno conciliador que llamaba a todos los sectores. Esa “conversión”, después de sonados fracasos electorales, los llevó al triunfo.
La estrategia de la propuesta y la no confrontación ha demostrado su rentabilidad en muy diversos países. Seguirla va a dar buenos resultados a López Obrador, aunque no asegura que necesariamente lo conduzca al triunfo en la elección del 2012.
El nuevo discurso se enfrenta a dos problemas: que los políticos de la izquierda desentonen –tienen altas posibilidades de ser así– y que López Obrador se salga del libreto. Las dos son posibles de resolver y al final dependen sólo del propio candidato de las izquierdas.
La mayor dificultad estriba en que el electorado, al que va dirigido el nuevo discurso, lo asuma y lo crea. Ése es el gran reto para López Obrador. En el caso de Lula y Humala, los electores les compraron la estrategia. Hay que ver si lo mismo ocurre en México.