¿Qué se necesita hacer en México para que aparezcan los desaparecidos? – Del @tadecoac
Publicado el enero 20, 2015, Bajo Nacional, Autor MonaLisa.
¿Qué se necesita hacer en México para que aparezcan los desaparecidos, se haga justicia a los asesinados y se castigue a los culpables?
Chilpancingo, Gro. a 10 de enero del 2015
A raíz de la infamia de Iguala cometida a los normalistas de Ayotzinapa el pasado mes de septiembre, quedó al desnudo la profunda alianza entre las empresas radicales del narco y el Estado Mexicano para mantener y desarrollar el negocio capitalista de las drogas por encima de todo y valiéndose de todo, inclusive el poder del Estado.
La prepotencia y arrogancia de éste poder a través de los malos gobiernos, su clase política, sus instituciones y sus partidos sobre el conjunto de la sociedad, se expresa ahora en la férrea negativa de presentar con vida a los 43 estudiantes, de hacerle justicia a los heridos y asesinados y de sostener a toda costa la mentira de que los estudiantes fueron calcinados en una pira en el basurero de Cocula, de ofrecer indemnizaciones millonarias, tratar de minar la organización de los padres y madres y de amenazar con reprimir al movimiento social que los apoya.
La iglesia se hace cómplice llamando a la resignación y un sector conservador de la sociedad invoca al conformismo, cierran filas para que de alguna u otra manera se asuma el dolor y se de vuelta a la página como si nada hubiese pasado; por su parte los partidos en esta carrera electoral que se avecina se apropian de las consignas y del dolor de los familiares para tratar de ganar adeptos a sus ambiciones.
La indignación, la rabia y desesperación en todo el mundo, se ha manifestado de diversas formas: marchas, mítines, plantones, campañas solidarias en las redes sociales, manifestaciones culturales y hasta deportivas y nada, no hay verdad ni justicia. El Estado apuesta al desgaste, a la división, a la negociación y finalmente al olvido.
Un expresión más de toda esta indignación se ha dado en el terreno de la acción directa: destrucción y quema de edificios y vehículos públicos, recuperación de productos de empresas privadas capitalistas para el sostenimiento del movimiento, enfrentamientos con las fuerzas policiacas y militares y nada: la cerrazón del Estado persiste, no hay verdad ni justicia y si estigmatización, denostación y criminalización al llamado “vandalismo”, a “la transgresión a la ley”, al “desorden” y hasta el gobierno del estado ha llamado a la sociedad a enfrentar a los “vándalos”. La represión acecha.
Algunas voces progobiernistas y conservadoras claman por la paz, por la represión a las manifestaciones de todo tipo, a que no se afecte a los llamados terceros y hasta se atreven a preguntar: ¿Y qué más quieren si ya renunció Ángel Aguirre, ya se encarceló a la llamada “pareja imperial” y a alrededor de cien policías y sicarios?
Y ante todo esto nuestra pregunta es: ¿Y entonces que se necesita para lograr la verdad y la justicia para los estudiantes normalistas y para todos los desaparecidos y asesinados de ahora y de antes que suman miles y miles? ¿Cómo lograr que el gobierno rinda cuentas, diga lo que verdaderamente sucedió en Iguala, que acepte su responsabilidad y castigue a los perpetradores de éstos crímenes?
Nosotros estamos convencidos de que esto no sucederá por la vía legal, por la buena fe del mal gobierno y menos mediante la concertación, pues el Estado no puede decir la verdad sobre lo que el mismo encubre y protege para sostenerse en el poder y perpetuar el sistema capitalista, pero en esto reside ahora su debilidad.
Por ello las demandas de verdad y justicia, que son dos palabras aparentemente muy sencillas, muy chiquitas y hasta inofensivas para quienes creen pensar en grande cuando hablan de la toma del poder, de la revolución, del paro nacional, del nuevo constituyente, del pliego petitorio, del plan de lucha, etc., para quienes desprecian la diversidad de pensamiento y tratan de homogenizarlo todo a nombre de la unidad, de tirar línea, de dirigir la asonada, la insurrección popular en los actuales momentos, ahora se han convertido en dos palabras con una gran carga revolucionaria.
En éstos momentos, las palabras verdad y justicia puestas en boca de los padres y madres de familia de los estudiantes de Ayotzinapa y de los miles y miles de familiares de los otros desaparecidos y asesinados desde la Guerra Sucia pasando por la llamada guerra de Calderón, se han convertido en la mayor amenaza para la imagen y estabilidad del Estado Mexicano, sus malos gobiernos, su putrefacta clase política, su ejército y sus malolientes partidos.
Hoy estas dos palabras son más poderosas que todas las bombas molotov, los cohetones y petardos, las explosiones de los vehículos incendiados, el ruido de los vidrios quebrándose, las llamas de los edificios incendiados que podamos generar y por ello debemos lograr que se mantengan en la conciencia y en el grito indignado de todos los mexicanos y mexicanas y de todos los pueblos del mundo.
Verdad y justicia son las armas más poderosas con que contamos por ahora para seguir desnudando al Estado Mexicano antes los ojos del pueblo y del mundo entero, para desacreditarlo mostrado su verdadera naturaleza, para demostrar que no es infalible, para demostrar que el Estado no puede resolver los problemas puesto que el problema es el mismo Estado y finalmente para evidenciar que no basta con cambiar de gobierno sino que es necesario cambiar el sistema.
Verdad y justicia son palabras que deben seguir resonando no solo en las calles y retumbando en las redes sociales sino en cada hogar, escuela y centro de trabajo, las que deben ser motivo de reflexión, discusión, organización y lucha en todos los modos y las formas posibles, que sean motivo de la reunión, de las conversaciones en cada espacio, en cada colectivo y será ahí donde encontraremos la respuesta a esa pregunta tan difícil ahora y que tendrá respuesta muy sencilla cuando el pueblo esté organizado, elija gobiernos que manden obedeciendo, cuando nos libremos de los aparatos de poder de cualquier clase sobre otra y entonces las palabras verdad y justicia serán tan grandes que estarán presentes en todos los momentos de nuestra vida.
Hoy no hay lucha más importante que ésta. Los padres y madres de todos los desaparecidos y asesinados y el pueblo en general, debemos persistir en la exigencia de presentación con vida de nuestros desaparecidos y justicia para nuestros asesinados, reivindicarlos, no dejar de nombrarlos, no permitir que desaparezcan de la conciencia colectiva y en su memoria, cavar más hondo la tumba del sistema capitalista.
Chilpancingo, Gro. a 10 de enero del 2015