La salud: crimen de estado.
Publicado el junio 19, 2015, Bajo Noticias, Autor Ocelotl.
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Alberto Híjar Serrano
La criminalidad genocida, esto es, contra una parte de la humanidad, es propia del capitalismo globalizado. Las organizaciones estatales resultan membretes inoperantes al subordinarse a la acumulación capitalista. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud incluyó un párrafo resolutivo para impulsar recursos alternativos para resolver los problemas de la salud pública. La representación yanqui se opuso al párrafo que fue retirado del texto.
“Houston, tenemos un problema” es el título paródico de los mensajes de la NASA. Está producido por una organización por el Derecho a la Salud con apoyo de Médicos sin Fronteras y otras organizaciones como la ocupada en enfermedades ignoradas por los grandes consorcios. Los entrevistados de institutos de investigación de Estados Unidos y España, de Houston por supuesto, coinciden en que el punto de partida del problema es el secuestro de la investigación por los productores de las medicinas. Las universidades públicas investigan y reciben algún financiamiento de los consorcios por la vía de fundaciones privadas, de modo tal que del billón de euros en el proceso mercantil de las medicinas, solo el 8% es destinado a la investigación, la mayoría en laboratorios empresariales orientados por los gerentes. Un doble pago hacemos los pacientes consumidores que financiamos la educación pública y los institutos de Estado a lo que se agrega el costo de los medicamentos comprados por el Estado a los consorcios que imponen ganancias de hasta 500% del costo por unidad. Las ganancias escandalosas pero habituales se apoyan en el control mercadotécnico y no en las necesidades. Las leyes y los inspectores están para violarse. Uno de los entrevistados de Houston informa que de los 1200 millones de habitantes de la India solo 200 compran Nexaval para el cáncer.
Una orientación perversa guía este crimen. Se trata de aliviar los síntomas, no de curar. Síntomas de ciudad, de mercado capitalista, de intercambios de subjetividad fetichista, de la salud-mercancía para seguir modas y modos con miles de agentes visitadores que convencen a médicos, hospitales y centros de salud monopólicos, apoyados por el Estado que subroga la atención de millones de pacientes para hacerla de financiera de los mercaderes de la salud. Un toque filantrópico puede acompañar este proceso como en el caso de las Farmacias del Ahorro, las Guadalajara, del Partido Verde, todo de los hermanos González con uno de ellos que ya pasó por la rectoría de la Universidad Iberoamericana. El junior traficante del medio ambiente hace lo suyo y se mantiene impune a pesar del telefonema intervenido donde discutía el precio del soborno para conseguir una licencia de construcción en el devastado Cancún.
Enfermedades de la miseria como la leishmaniasis, el mal de Chagas, la malaria y el dengue que debieran dar lugar a campañas permanentes de salud pública, se agravan por las migraciones forzadas y los campamentos de los desplazados por guerras y abolición de servicios, empleos y tierras cultivables e insumos. La ONU interviene, Cuba aporta brigadas médicas expertas en “barrio adentro”, médicos sin fronteras y voluntarios hacen lo que pueden. La película de Wim Wenders sobre las series fotográficas reflexivas de Sebastiao Salgado es terrible al narrar Nigeria y los kilómetros y kilómetros con cadáveres en los caminos. El desabasto de los hospitales públicos, el abandono de los centros de salud rurales y las reducciones de personal y prestaciones de los trabajadores de la salud más humildes, contribuyen al crimen de lesa humanidad. Algo de esta vida hospitalaria invisible narra cuentos médicos de Héctor Merck.
Proyectos locales integrados a consorcios exitosos crecen y se fortalecen. En el extremo sur del D.F., marcha la Ciudad de la Salud en Tlalpan, iniciada por el crecimiento de Médica Sur, un consorcio de empresarios médicos que cuenta con hotel y restaurantes, laboratorios y tiendas que ocupan lo que fueran casas de campo con jardines arbolados en proceso de destrucción al pie del Periférico ya de por sí insuficiente. Todo en nombre de la dotación de empleos y de la atracción de inversiones fomentadas por exenciones de impuestos, aseguramiento de agua escasa para los vecinos, energía eléctrica preferencial.
Crimen de Estado, la salud pública privatizada es servicio en estado de desastre apenas defendido y denunciado por enfermeras y trabajadores de la salud que a partir del 6 de enero, Día de la Enfermera, iniciaron una movilización que obligó a la Secretaría de Salud a recibirlos para luego proceder como siempre: amenazas a los dirigentes y suspensión del diálogo. El charrismo hereditario del secretario del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud, Marco Antonio García Ayala, diputado un día, senador otro, es garantía del crimen de Estado contra la salud en seguimiento de lo heredado por su tío Joel Ayala, al frente de la Federación de Trabajadores al Servicio del Estado. No hay manera de romper el círculo vicioso del crimen organizado.