Nueva serie de cuentos políticos, “Juegos de poder” hoy: Rogaciano el inocente @JoseCruz777
Publicado el abril 1, 2016, Bajo Política, Autor Rucobo.
Nueva serie de cuentos políticos, “Juegos de poder”
Rogaciano el inocente
01 abril 2016
Este, es el primero -espero que haya mas- de la estrujante serie de cuentos políticos llamada “Juegos de poder” ¡no se la pierda! El siguiente personaje podría ser usted mismo, un familiar o un conocido. Se nutrirá de la vida misma, que en la mayoría de las ocasiones supera a la imaginación más fecunda y truculenta, debido a que explora y se basa en la miseria humana tan común en el submundo de la política. La moraleja o enseñanza correrá por cuenta del lector, nunca del autor, de ahí que pueda tener diferentes interpretaciones.
Rogaciano el inocente
Nuestro, llamémosle protagonista de esta historia, era un sencillo hombre de campo con unas pocas hectáreas de tierra, que cuando bien le iba obtenía lo necesario para comer él, y su numerosa prole. A pesar de todas sus estrecheces, su economía familiar era relativamente sana puesto que poseía un poco mas que lo que debía, los escasos excedentes de su producción agrícola y los usufructos de sus gallinas y cerdos de su granja, le daban para que sus hijos fueran a tomar al menos, su educación básica.
Todo fue que un ominoso día fuera visualizado por rancheros vecinos, que aprovechándose de su campirana inocencia, cual víboras del edén bíblico, le susurraron a sus castos oídos la posibilidad de ser político. Rogaciano fácilmente mareable, cedió a las viperinas lenguas y… entró a la política, en busca de la codiciada presidencia municipal.
Le financiaron su campaña si, pero no fue de gratis -se dice que gratis, ni los niños nacen bien- se la cobraron con grandes intereses pagaderos ¿con qué más? Con la hacienda municipal. En otras palabras Rogaciano era solo un títere, los mandones eran, los que ahí lo colocaron, recuerdan la fábula moderna de, ¿quién puso a ese animal ahí? Él, sólo era el responsable. Aunque, del banquete presupuestal le dieron unas migajas, suficiente para incrementar su pequeño capital.
Los actos donde necesariamente debía de dirigirse a la comunidad por medio de un achacoso sonido local, eran una verdadera fiesta debido a que la facilidad de palabra no era uno de sus atributos, y la esparcía -regaba- con pasmosa frecuencia. Como una manera de tenerlo aún más sometido, las personas que estaban atrás de Rogaciano le consiguieron la infaltable querida -no hay político que se respete sin amante- y le pagaban sus constantes borracheras.
Los titiriteros vencen a sus víctimas-monigotes doblándolos moralmente como un acto de control. En el caso de Rogaciano fue alcohol, pero se incluyen incluso drogas duras, lo que el político necesite. No se espante estimado lector, sé de buena fuente -políticos que lo han vivido- que así se las gastan, que pasa con frecuencia, que es común.
En fin, eran tiempos de “Vino y rosas” para Rogaciano el inocente. La pobre de Clementina -su mujer- ya le parecía chafa, estaba endiosado con su joven querida Yesenia -supongo que era su nombre de batalla-, sin saber que era una conocida prostituta de una población lejana contratada ex profeso, para minar la voluntad del incauto. Son muy pocos los que resisten este tipo de tentaciones, el ser humano cual “Eva” sucumbe, algunos más temprano que otros, ¡no falla!
Se dice que en la política los amigos son de mentira y los enemigos de verdad, cuanta razón hay en esa aseveración, en este caso la excepción la marcó el farmacéutico a la sazón verdadero y leal amigo de Rogaciano, quien siempre le advirtió de la degradación a que lo estaban sometiendo, que lo utilizaban, que era el hazmerreír del pueblo, Rogaciano nunca lo escuchó.
Casi al término de su trienio, tenía hecha un desm… desbarajuste su administración, además de endeudada, encima le habían mencionado la posibilidad de ser candidato a una diputación en el Congreso del Estado. ¿Cuál era este? El que usted diga, pudiendo ser en el que usted viva. Y nuestro anti héroe sin una pizca de sentido común aceptó encantado, sin saber bien a bien que hace un diputado, se aventó como ese personaje televisivo de antaño, El Borras, “A lo pendejo”.
Su primer gran escollo fue en su partido, llamado también el partidazo -ese, que usurpa los colores patrios- debido a que había muchos aspirantes -suspirantes- igual, o más tontos que él, es decir estaba reñida la selección del abanderado. Como, algunos otros posibles tenían mayor poder económico que el grupo de nuestro protagonista, le ganaron la partida, que, si ha sido pronto no hubieran hecho que Rogaciano gastara; lo que le habían permitido robar, sus buscas por cuenta propia y lo que poseía previamente a su incursión a la política.
Una vez que se supo que no era el elegido, fue perdiendo poder -que realmente nunca tuvo-, ya no lo invitaban a fiestas, le hacían groseros desaires, la querida huyo despavorida -sin dinero no tenía ningún atractivo-, le empezaron a renunciar funcionarios, el gobernador ni de chiste visitaba el poblado, el pavimento se le empezó a erosionar por su mala calidad y los compañeros del partido al verlo jodidón -apesadumbrado- le pusieron de apodo “El Concord” ¿sabe por qué? Porque al igual que la famosa aeronave francesa, andaba… con el pico caído.
Termina dramáticamente su trienio, los que antes lo aclamaban, lo abuchearon, se descubren faltantes millonarios en su gestión y la contraloría del estado lo investiga. Sólo quedan a su lado, su fiel Clementina e hijos, también su amigo el farmacéutico -aquel que se cansó de advertirle-. ¿Le suena conocida la historia? ¡Suele pasar! El ser humano no aprende, ni aprenderá.
Autor: José Cruz Pérez Rucobo.