Legítima defensa de la economía popular

Posted on enero 5, 2014, under Opinión, Política.

Bernardo Bátiz V.

Empieza el año con nuevos impuestos, con precios más altos en las cosas y los servicios que requerimos diariamente; más en el ámbito federal, un poco menos en el Distrito Federal. Nos amenaza también la entrada a saco de las poderosas empresas trasnacionales, cuyo objetivo es ganar mucho y compartir poco, esto es, pagar menos, lo menos posible a trabajadores, empleados y proveedores, exprimirnos al máximo, así como a la naturaleza exangüe y luego retirarse; todo esto nos obliga a considerar estrategias para nuestra legítima defensa.

En la ciudad de México debemos insistir en que se revise el precio del Metro y que no se incrementen impuestos y derechos; el gobierno no es un negocio y su deber es buscar el bienestar de los gobernados, no obtener utilidades; con poco se puede hacer mucho si se moderan sueldos y prestaciones de los funcionarios de alto rango y se suprimen gastos suntuarios y de publicidad; el culto a la personalidad también significa una sangría que bien puede evitarse. En nuestra ciudad capital ya se han experimentado con éxito estas medidas.

Por si las flies (moscas, para los que ignoran el lenguaje de Shakespeare) debemos los ciudadanos, la gente, tomar nuestras propias medidas de austeridad y de legítima defensa de la economía popular, además de las acciones políticas que ya están en proceso.

Hay muchas oportunidades; por ejemplo, caminar más y usar menos transportes, con lo que ahorraremos en costo de energéticos y en pago de gimnasios; los que puedan andar en bicicleta que lo hagan y, finalmente, preferir transporte público al automóvil individual.

Podemos producir por nuestra cuenta aun cuando sea en mínima proporción algo de lo que consumimos; se puede sembrar hasta en una maceta una mata de jitomates y veremos con asombro la cantidad que de este producto mexicano de exportación se da con agua de lluvia o riego mínimo. Cuando era niño había en casa (más bien pequeña) un gallinero en el patio, en el que las gallinas se alimentaban con algo de alfalfa, además de desperdicios de comida. Cada quien, entre muchas posibilidades, podrá encontrar su propia individual aportación a la economía popular, que sumada a la de otros, producirá su efecto.

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