El gran viraje saudita

Publicado el septiembre 1, 2014, Bajo Opinión, Autor LluviadeCafe.

Alfredo Jalife R.

Durante los últimos 35 años, Arabia Saudita ha venido apoyando todos los movimientos yihadistas, incluyendo los más extremistas. Pero ahora Riad parece cambiar súbitamente de política. Al ver amenazada su propia existencia por la posibilidad de un ataque del Emirato Islámico (ex EIIL)

Arabia Saudita ha dado la señal para la destrucción de esa organización. Pero, a pesar de las apariencias, el Emirato Islámico sigue disponiendo del respaldo de Turquía e Israel, países que comercializan el petróleo robado por ese grupo yihadista.

La unanimidad del Consejo de Seguridad de la ONU contra el Emirato Islámico y la adopción de la resolución 2170 no pasan de ser una imagen de fachada que no puede hacernos olvidar el respaldo estatal que el Emirato Islámico ha recibido y que aún sigue recibiendo.

Para referirnos únicamente a los recientes acontecimientos de Irak, todo el mundo ha podido observar que los hombres del Emirato Islámico entraron en ese país a bordo de columnas de Humvees, tan relucientes que parecían acabados de salir de las fábricas de la firma estadounidense American Motors Corporation, y con armamento ucraniano, igualmente acabado de fabricar. Fue con ese equipamiento que se apoderaron del armamento estadounidense del ejército iraquí. Y todo el mundo se sorprendió al ver que el Emirato Islámico disponía de administradores civiles capaces de hacerse cargo al momento de la administración de los territorios conquistados y de especialistas en propaganda capaces de divulgar sus acciones utilizando internet y la televisión, personal claramente formado en Fort Bragg.

Aunque la censura estadounidense impidió la difusión de información al respecto, a través de la agencia británica Reuters pudo conocerse la realización de una sesión secreta del Congreso de Estados Unidos donde se aprobó –en enero de 2014– el financiamiento y la entrega de armamento al Ejército Libre Sirio, al Frente Islámico, al Frente al-Nusra y al Emirato Islámico [entonces conocido como EIIL] hasta el próximo 30 de septiembre [1].

Unos días después, la televisión saudita Al-Arabiya se jactaba de que el verdadero jefe del Emirato Islámico era el príncipe saudita Abdul Rahman [2]. Más tarde, el 6 de febrero, el secretario del Departamento estadounidense de Seguridad de la Patria [Homeland Security] se reunía en Polonia con los principales ministros de Interior europeos para pedirles que mantuviesen a los yihadistas europeos en el Levante prohibiéndoles el regreso a sus países de origen.

El verdadero objetivo de esa medida era garantizar que el Emirato Islámico contara con suficientes hombres para su ofensiva contra Irak [3]. Y, finalmente, a mediados de febrero un seminario de 2 días reunió a los miembros del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos con los jefes de los servicios secretos aliados implicados en Siria, probablemente para preparar la ofensiva del Emirato Islámico en Irak [4].

(Reportaje realizado en agosto de 2012 sobre el fanatismo religioso de la supuesta «oposición democrática»)

Es indignante observar como los medios de prensa internacionales han comenzado últimamente a denunciar los crímenes de los yihadistas en Irak, sin mencionar que se trata de los mismos actos de barbarie que vienen perpetrando ininterrumpidamente en Siria desde hace 3 años.

No son nuevos los degollamientos y las decapitaciones públicas ni tampoco las crucifixiones. Por ejemplo, en febrero de 2012, el emirato islámico creado en el barrio de Baba Amro –en la ciudad siria de Homs– creó un «tribunal religioso» que condenó más de 150 personas a ser degolladas, sin que esas muertes diesen lugar a ningún tipo de reacción de parte de las potencias occidentales ni de la ONU [5].

En mayo de 2013, el comandante de la Brigada al-Faruk del Ejército Sirio Libre (los famosos «moderados» que tanto defiende Occidente) difundió en internet un video donde se le veía mutilando el cuerpo de un soldado sirio y comiéndose su corazón. A pesar de tales atrocidades, en aquella época los occidentales seguían presentando a aquellos yihadistas como «opositores moderados», pero desesperados, que luchaban por la «democracia».

La británica y flemática BBC incluso llegó a entrevistar al caníbal anteriormente mencionado para darle la oportunidad de justificar su acto de barbarie.

No cabe duda de que la diferencia que el ministro francés de Relaciones Exteriores Laurent Fabius establecía entre yihadistas «moderados» (el Ejército Sirio Libre y el Frente al-Nusra –o sea al-Qaeda– hasta inicios de 2013) y yihadistas «extremistas» (el mismo Frente al-Nusra, pero a partir de 2013, y el Emirato Islámico) es un mero truco de propaganda.

El caso del califa Ibrahim resulta perfectamente esclarecedor. En mayo de 2013, durante el encuentro del senador estadounidense John McCain con los jefes del Ejército Sirio Libre, este personaje era simultáneamente miembro del estado mayor «moderado» y líder de la facción «extremista» [6].

Asimismo, en una carta del 17 de enero de 2014, el general Salim Idriss, jefe del estado mayor del Ejército Sirio Libre, reconoce que Francia y Turquía le suministraban cargamentos de municiones, de las que una tercera parte estaba destinada al Ejército Sirio Libre mientras que los otros dos tercios iban a parar a manos de al-Qaeda a traves del «moderado» Ejército Sirio Libre.

La delegación de Francia no se atrevió a cuestionar la autenticidad de ese documento, presentado al Consejo de Seguridad de la ONU por el embajador de Siria, Bachar Jaafari [7].

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